Por las escuelas

Cosecha de premios
en la Escuela de Letras

Muchos fueron los galardones obtenidos durante  2005 por parte de docentes y alumnos de la carrera de Letras. Si bien el mérito es individual, todos reconocen el aporte de la Escuela en la formación de escritores.

Importantes distinciones recibieron los profesores y estudiantes de la Escuela de Letras durante el año pasado por su participación en concursos locales, provinciales y nacionales. La profesora María del Carmen Marengo ganó el primer premio del concurso municipal "Luis de Tejeda", en el género ensayo; Paulina Brunetti se hizo acreedora del premio de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires "Jorge Rivera" con un trabajo sobre "historia del periodismo". El tribunal que le concedió el premio estaba compuesto por Aníbal Ford, Eduardo Romano y Jorge Laforgue. Además, Lucas Verone obtuvo la segunda mención en el premio municipal “Luis de Tejeda” y Carlos Surghi ganó el premio estímulo, en el rubro poesía, de la Agencia Córdoba Cultura.

Por otra parte, entre los alumnos, Sebastián Pons accedió al segundo premio del concurso "Luis de Tejeda"; Gustavo Gross logró la segunda mención del mismo certamen y Pablo Molina y Romina Demaría consiguieron el primer y segundo premio, respectivamente, al mejor promedio de los años 2003-2004 de las carreras de Letras del país, otorgado por la Academia Argentina de Letras. También obtuvieron menciones especiales en el rubro poesía del premio estímulo Leticia Ressia, Gabriel Riobó, Luciano Lamberti y Laura Fobbio.

Domingo Ighina, director de la carrera de Letras, señala que la cantidad de galardones “es una noticia fantástica”, pero no lo sorprende. “Sabemos cómo se trabaja y qué se busca”, dice Ighina. 

Los premios

La mayoría de las distinciones se obtuvieron en certámenes provinciales y municipales. El primero, fue organizado por la Agencia Córdoba Cultura y se desarrolló en torno a 28 rubros de actividades relacionadas al arte. La convocatoria reunió alrededor de 900 participantes, entre 18 y 30 años. En total, se otorgaron alrededor de 150 mil pesos y cada categoría recibió un premio de 5 mil pesos. Veintisiete premios estímulo y 61 órdenes de mérito se concedieron finalmente en las diferentes disciplinas.

El premio municipal de literatura “Luis de Tejeda”, por otro lado, se realiza en homenaje al que fuera el primer poeta del país, nacido en Córdoba en 1604. El año pasado se realizó la 21ª edición del certamen y tenía como género al ensayo literario. Los participantes debían participar con un ensayo referido a poetas y narradores argentinos de la segunda mitad del siglo XX. El primer premio del concurso era de tres mil; el segundo de dos mil y el tercero de mil pesos, además los tres trabajos serán publicados. El jurado estaba integrado por Bibiana Eguía, Marcelo Casarín y Julio Castellanos, todos formados en la Escuela de Letras de la Facultad. 

El papel de la Escuela en la formación de los escritores

Alfilo indagó a los protagonistas para conocer algunos aspectos vinculados a los premios, como el valor que adquiere tal obtención y el modo en que incide la formación que se recibe en la Escuela a la hora de  presentarse en algún concurso.

El primero en abrir el debate es Domingo Ighina, quien indica que la Escuela “brinda un espacio donde cada uno reflexiona de su propio espacio de conocimiento y genera crítica de ese conocimiento”. “Es decir, tratamos que los estudiantes tengan una capacidad de discusión fundada”, aclara el director de la Escuela.

Asimismo, María del Carmen Marengo, profesora de la Escuela y ganadora del primer premio “Luis de Tejeda” señala que “por un lado está la capacidad personal que hace que tal vez no sea necesario transitar por una universidad o una escuela de Letras para ser un buen escritor o ganar un concurso literario. Por otro lado, la formación intensiva y extensiva en lecturas y en historia de la literatura que la carrera ofrece resulta un aporte fundamental para aquellos que tienen vocación de escritores”.

Sin embargo, Sebastián Pons, favorecido con el segundo premio municipal, subraya que “la Escuela forma al alumno como un lector especializado, porque no hay una carrera que prepare escritores; te dicen que obras no podés dejar de leer y que autores teóricos no podés obviar. Pero no te prepara para la escritura, por eso no hace falta ir a la universidad para presentarse”. Sebastián también opina que “la Escuela, fuera del cursado, permite abordar cosas de forma distinta”.  “Rescato el trabajo en grupo, compartir lecturas, discutir; esa experiencia social de encontrarse con otra gente abre otras posibilidades”, dice Sebastián sobre su paso por la Escuela.

Leticia Ressia, quien obtuvo una de las menciones en el premio “Luis de Tejeda”, opina de la misma manera que Sebastián en el sentido que “la formación académica sirve a la hora de proveer ciertas competencias para trabajar con el lenguaje”. “En lo personal, la carrera me acercó a nuevos textos y lecturas que a corto o largo plazo se trasluce en nuevas herramientas a la hora de sentarse a escribir, lo que no quiere decir que sea mérito de Letras que nos vaya bien o no en los concursos en que nos presentemos. El mérito es personal y eso tiene que ver con el uso que cada uno le dé a aquello que nos han enseñado”, señala Leticia.

 Todo escritor es, básicamente, un gran lector”, expone por su parte Marengo y añade: “A eso hay que agregarle la implementación, en los últimos años, de la Tecnicatura en Corrección de Textos, a partir de la cual el plan de estudios pone énfasis en aspectos técnicos de la escritura más que antes; pero creo que es necesario diferenciar entre los premios dedicados a ficciones y los dedicados a ensayos sobre literatura, puesto que en el último caso la formación que brinda la carrera es específica”. 

El premio como incentivo y reconocimiento

Con respecto al valor del premio, Ighina dice que “sirve mucho como incentivo, más allá del dinero que se gane y que viene bien, porque hay un estímulo para creer que lo que uno hace vale la pena”. En el mismo sentido, Maria del Carmen Marengo manifiesta que “el tiempo dirá algo o no dirá nada, por lo pronto, están la publicación del libro premiado, la satisfacción por el reconocimiento y la alegría compartida con los afectos cercanos”.

El alumno Sebastián Pons explica que ganar un concurso da ánimos, pero también reconoce que “el dinero es necesario”. El alumno agrega que “por otro lado está la publicación del trabajo, porque ser leído es muy bueno”.

Leticia Ressia también observa que la difusión es algo fundamental: “Para aquellos que sólo somos leídos por amigos es importante que alguien fuera de nuestra círculo íntimo no sólo nos lea, sino que juzgue nuestro trabajo. Por más que muchas digan lo contrario sólo se escribe a los concursos por tres cosas: el premio, el querer ser publicado y el querer ser leído por otros que ya están legitimados”.

Para el director, el hecho que haya muchas personas relacionadas con la Escuela de alguna forma, que ganen premios demuestra que “no es del todo cierto que exista una separación entre la universidad y la sociedad”. “Permite demostrar –dice orgulloso Ighina- que no todo esfuerzo se consume a si mismo y que tenemos los recursos humanos e intelectuales para salir y decir nuestra palabra”. 

Los premios propios                                                          

Además, en septiembre de 2005 se llevó a cabo en la Escuela el Premio “Letras 2005”, del género poesía.  El jurado del concurso estuvo integrado por los docentes Marta Elena Caballero de Díaz, Esteban Nicotra y Julio Castellanos; la egresada María Teresa Andruetto y el estudiante Marcos Carmignani, todos designados por el Consejo de la Escuela.

Después de un ardua tarea para elegir a los ganadores entre los cuarenta y tres trabajos presentados, se resolvió distinguir las siguientes obras: “383” de María Elena Anníbali; “Cirugía rápida” de Mariano Ángel Loza; “Ausencias líquidas” de Ana Gabriela Carrión; “Sombra (Reyecito y final de su leyenda)” de Gustavo Gross; “Aún así” de Ivana María Alochis; “Haber domingo en las paredes” de Romina Gabriela Demaría; “La vacuidad del ser” de Nicolás Fernando Corzo; “Juego de rombos” de Sofía Di Leonardo y “Anécdota” de Anahí Alejandra Ré.