Los imprescindibles

14El día 3 de noviembre, en el Salón de Actos del Pabellón Argentina, se llevó a cabo el acto de reconocimiento a los 210 docentes de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC cesanteados por motivos políticos entre 1974 y 1983. En el sentido homenaje participaron muchos de los profesores que figuran en la nómina que realizó la FFyH y familiares de los docentes.

Una de las tareas más difíciles para un cronista es trasmitir la emoción en palabras. Sí, podemos escribir que fue “un emotivo acto”, pero… ¿cómo se mide la emoción? ¿en los ojos acuosos de los asistentes?, ¿en la voz entrecortada de Chela Herrera de Bett cuando leía una poesía de Etelvina Astrada?, ¿en los suspiros que arrancaban algunos rostros del video que realizó para esta ocasión el Centro de Documentación y Conservación Audiovisual?, ¿en la efusividad de los abrazos?

Quizás sea en todo eso y en un poco más de cosas también. Pero algunas vivencias deben y tienen que ser personales. No hay otra manera de sentirlas. Así que quizás no podamos expresar fielmente en algunas pocas líneas lo que se vivió en el acto de homenaje a los 210 docentes de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC cesanteados por motivos políticos entre 1974 y 1983, que se realizó el lunes 3 de noviembre, en el salón de Actos del Pabellón Argentina.

07La casualidad es esa “combinación de circunstancias imprevisibles e inevitables”. Y debe ser por eso que la canción “Como la cigarra”, de Maria Elena Walsh, bajó al auditorio como una marca indeleble de la época y apareció en más de una ocasión, cuando al comienzo fue recitada por Silvia Lonatti y cerca de final fue interpretada por Nora Zaga y Gabriel Bendersky. No estaba previsto, pero fue casi inevitable que las dos la eligieran. La canción, escrita en 1972, fue prohibida por la dictadura cívico-militar de 1976 y se tornó casi en un himno a la esperanza y a la posibilidad de seguir vivos, a pesar de tanto dolor y crueldad circundante.

Con la presencia de la vicerrectora Silvia Barei y el secretario general de la UNC, Alberto León, además de otras autoridades de la UNC, en el acto también participaron muchos profesores y familiares de los docentes que figuran en la nómina que realizó la Facultad de Filosofía y Humanidades.

Momento de agradecer

04Silvia Lonatti, no docente de la FFyH, fue la encargada de la presentación: “Este acto es para nuestra Facultad un acontecimiento muy significativo. Nuestra Facultad apuesta a no olvidar, a incorporar a la memoria histórica como parte del quehacer humano, como trabajo generador de identidad”, comenzó y señaló las razones del homenaje: “Tras el golpe cívico-policial al gobierno de Ricardo Obregón Cano y Atilio López en febrero de 1974, y en particular durante la última dictadura cívico-militar, cientos de docentes fueron expulsados de las universidades públicas argentinas. Muchos de ellos fueron asimismo encarcelados, asesinados o desaparecidos; otros obligados al exilio; otros a la vida oculta. Desde la intervención de 1975, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC (que entonces comprendía además a las actuales facultades de Psicología y Artes) sufrió una encarnizada persecución de trabajadores docentes y no docentes, estudiantes y graduados; separó de sus cátedras a sus profesores más comprometidos, destruyó el conocimiento e impuso el autoritarismo y la mediocridad en sus aulas”.

06Como advierte Oscar Moreschi, ex secretario de la Escuela de Artes, (en el texto que se puede leer al final), la legislación que justificó la intervención a las universidades nacionales se dictó en 1974 por el Congreso Argentino. La Ley Nº 20.654, llamada de la “normalización universitaria, fue el instrumento legal que se aplicó durante la denominada “Misión Ivanisevich”. De hecho, es durante 1975 cuando se hace la purga más grande de docentes.

Luego, se proyectó un video realizado por el Centro de Documentación y Conservación Audiovisual de la UNC, que contiene una selección de noticias de canal 10, que van desde 1970 a 1978, en la que se pueden observar protestas estudiantiles y asambleas de docentes, muchos de los cuales después fueron cesanteados.

Antes del panel conformado con Dardo Alzogaray (actual vicedecano de la Facultad de Artes y alumno de la Escuela de Historia en aquel momento), Valentín Brodsky (miembro de la secretaría de Derechos Humanos del Centro de Estudiantes de la FFyH), Claudio Díaz (director de la Escuela de Letras y miembro de la comisión directiva del Centro de Estudiantes en el momento de las reincorporaciones de los docentes en la década del 80), Graciela Herrera de Bett (Directora de la Especialización en la Enseñanza de la Lengua y la Literatura y una docentes cesanteadas en 1975) y Diego Tatián (Decano de la FFyH), Lonatti leyó las cartas de Susana Barcos y Marta Teobaldo, docentes que fueron cesanteadas, y de ADIUC.

Construir la memoria

08Dardo Alzogaray fue el primero en hablar. En una disertación en la que abundaron las anécdotas personales, después del video reflexionó: “Me daba mucha alegría ver esos rostros. Qué mujeres bonitas que había en esa época, y ahora también”, lo que despertó sonrisas en todo el auditorio. También recordó que muchos profesores fueron expulsados en 1966 y algunos volvieron a ser echados en los 70. “En ese período fue fundamental la conformación de un pensamiento muy crítico, de total renovación y con impacto político e ideológico, que había en el país, América Latina y el mundo, que llevó a esa generación que van a expulsar en el 76 haya tenido una situación de fuerte formación y convicciones, que es lo que a nosotros nos van a transmitir”.

Por último hizo mención a los docentes de la Escuela de Historia que eran sus referentes, como Assadourian, y los vínculos con los estudiantes de otras carreras: “La discusión política era sumamente rica”.

Valentín Brodsky, por su parte, desarrolló su discurso a partir de la “distancia temporal” que separa las dos generaciones. “Hay algo que las diferentes generaciones de estudiantes han ido construido a lo largo de la historia de la universidad y generando un legado para el resto de los estudiantes”, dijo. Y sobre el acto, aclaró: “Que este sea un momento de alegría cuando podamos constatar que hay algo que ha perdurado a pesar del horror y del intento constante de borrarlo, hay un cierto legado que se mantiene”.

12Después, Claudio Díaz señaló: “Celebro que esta clase de eventos se desarrollen, porque creo que es una de las formas en que una institución como la nuestra debe trabajar permanentemente para construir su memoria”. Díaz formaba parte del Centro de Estudiantes en el momento que hubo elecciones por primera vez después de la dictadura, en 1983 y dijo que formó “parte de un grupo y una generación que nos tocó participar en ese proceso de reconstrucción democrática y por lo tanto mi relación con algunos de estos profesores que hoy estamos homenajeando empezó cuando todavía estaban cesanteados”. “Su reincorporación fue para nosotros una satisfacción muy grande, porque esa era una de nuestras luchas y banderas que pudimos ver coronada con éxito”.

Espíritu inquieto y fervoroso

El peso de tantos recuerdos logró tensar el silencio que se respiraba en el auditorio cuando llegó el turno de Graciela Herrera de Bett (o simplemente Chela, como le dicen todos los miembros de la Facultad), quien decidió llevar escrita su intervención para contener la emoción previa que venía acumulado en relación al homenaje. En su texto destacó que en el momento de su expulsión y durante casi toda la década del 70, las disciplinas estaban “articuladas fuertemente con las dimensiones político-sociales-educativas” y que había un “estilo de trabajo crítico”. Se sentía un “espíritu inquieto y fervoroso de una época fértil de ideas, de sentimientos solidarios y rebeldes y aprendizajes fecundos”.  “Sufrimos no sólo la censura sino también el despojo. Los que quedamos en el exilio interior continuamos nuestras vidas sobreviviendo como podíamos, al amparo de los afectos familiares y amigos queridos y leales”, dijo muy emocionada.

28Finalmente, Chela destacó las figuras de Alfredo “Cuqui” Curuchet, abogado de presos políticos asesinado en 1974 por la Triple A; Maria Saleme de Burnichon y Maria Luisa Cresta de Leguizamón, quienes sufrieron la violencia en carne propia, ya que además de ser expulsadas de la Universidad, les arrebataron y mataron a familiares.

Para concluir, leyó un poema del libro «Poesía política y combativa argentina«, de Etelvina Astrada, escrito en 1978 durante su exilio en Madrid y prologado por Julio Cortázar. Astrada en la década del 60 había estudiado en FFyH y se recibió en la carrera de Bibliotecología. Amenazada de muerte, durante la dictadura se tuvo que ir del país hacia España, donde murió en 1999.

En mi país
no se puede morir de modo natural
o cuando a uno se le da la gana.
En mi país,
la muerte no es un suceso biológico.
La infancia se detiene de pronto y no crece,
y el joven no descansará en años envejecidos,
ni el viejo podrá ser más viejo todavía.
En mi país,
no se lleva la fatalidad en la sangre,
ni la muerte está predicha por los oráculos,
o sucede como un golpe del destino,
un solo golpe en seco
que nos descose la nuca
con una muerte indolora, incolora, insípida.
En mi país se muere antes de pisar una falsa cáscara
y por eso,
ya no existe el azar, lo fortuito.
En mi país,
nada es permitido,
ni tan siquiera de ser unos muertos bellos,
muy poéticos,
inmensamente poéticos e inmortales,
muertos con muerte propia,
de nuestra propiedad absoluta y muy privada.
Tampoco se nos permite ser lerdos,
o torpes, o empecinados,
ni ser dueños aunque más no sea
de esa muerte anónima en los hospitales,
o agonizar hogareñamente,
como sucede en otras partes del mundo,
recatados e íntimos en la penumbra,
en un lecho aséptico, tendido por los nuestros,
meneado por el llanto de nuestros-deudos.
Nada se nos permite,
ni siquiera un poquito de locura,
escoger una reja de una ventana cualquiera
y anudarse una soga a lo Nerval.
En mi país,
la muerte es una peste,
pero no es una pústula, una lepra, una gangrena,
un castigo de las alturas
en siete plagas.
Es una enfermedad mucho más grave,
gravísima,
es un gusano en las neuronas,
en los testículos,
en el corazón.

Mi país,
es la MUERTE.
Una gigante muerte asesina, poderosa en el poder
mágicamente evaporable,
sin hedores,
una muerte con muertos
pero sin cuerpos.
Por eso,
en mi país,
no hay sepultureros,
no se dicen responsos,
ni se compra un pedacito de paz eterna.
Los muertos no descansan.
En mi país,
ya no se escuchan las campanadas a muerto,
se perdió la costumbre de los decesos personales.

“Se hace difícil hablar después de Chela”, expresó el decano Diego Tatián, quien para finalizar afirmó que “este es un momento favorable para la universidad argentina, no sólo por un conjunto de políticas públicas de los últimos años, sino también por una de serie de variables que ha tenido la democracia argentina desde el año 1983, que ha consolidado una situación favorable, que brinda razones para construir una memoria institucional, y en este caso de nuestra Facultad”.

27“¿Por qué reconstruir una memoria institucional?”, se preguntó Tatián. “Porque desde mi punto de vista no hay calidad sin memoria”, indicó y aclaró que este acto surgió como “necesidad de un grupo grande de docentes, no docentes, graduados y estudiantes de agradecerles porque la democracia universitaria que estamos disfrutando en este momento guarda un vínculo no siempre visible con las experiencias pedagógicas, docentes y militantes de aquellos años”.

Por último, se refirió a la expulsión de la universidad como “un arrebato de la vida que condena al exilio o a la catacumba. “Es una experiencia que deja marcas para siempre, en los cuerpos, en los vínculos y en nuestra materia más propia: el lenguaje” y recordó que en los años posteriores a 1983 fueron 166 los docentes que volvieron a reincorporase a sus cátedras.

Texto: Pablo Giordana

Fotografías: Irina Morán

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Notas audiovisuales


Haciendo historia sobre algunos hechos en la  Escuela de Artes (hoy Facultad) en 1974-1976

                                                                                                            Por Oscar Moreschi

Introducción

Deseo aprovechar la oportunidad de este homenaje a los docentes y no docentes cesanteados para hacer llegar un breve repaso de lo que fue el contexto de aquellos años. Difícilmente se podrían creer las medidas arbitrarias tomadas contra las personas que ejercían la docencia y la administración entre los años 1974 al 76, si no se advierte la brutalidad del pensamiento de los gestores de tamañas afrentas. Por suerte han quedado documentos que registran el paso de los personeros del autoritarismo, alguno de los cuales citaremos, y por eso me propuse recordar algunos hechos y escritos materializados en medidas de gobierno para pintar o bosquejar someramente la historia de un período que, lamentablemente, no figuró en los tomos de las historias de las facultades editados para los 400 años, en especial los referidos a la entonces Escuela de Artes. Nos planteamos así comprender los sucesos de esos años rescatando algunos documentos.

En un texto reciente de la entonces Rectora Carolina Scotto, en el Prólogo al libro naranja: Facultades de la Universidad nacional de Córdoba 1854-2011. Saberes, procesos políticos e institucionales, impreso por la UNC, ella escribió:

«Recuperando este sentido de la conmemoración, el presente libro forma parte fundamental de las distintas actividades que nos hemos propuesto para celebrar los 400 años de la UNC. En este ejercicio de memoria, el conocimiento histórico tiene mucho para aportar al examen crítico de nuestro pasado o, con mayor precisión, de nuestros pasados, porque están aquellos pasados que han sido y también esos otros, impedidos. Retomados críticamente, estos pasados pueden aportar claridad a nuestra situación actual de universitarios a partir de la percepción de las decisiones que fueron tomadas, de las que apenas llegaron a asumirse como expectativas y, especialmente de los condicionamientos muchas veces imperceptibles que las hacían posibles o impensables. Celebrados en su dimensión conmemorativa y reconstruidos por el oficio del historiador, estos relatos contribuyen a promover una conciencia vital para el análisis de nuestro problemas, el reconocimiento de las potencialidades actuales y la proyección futura. Sin dudas intentar una historia así de la Universidad y sus facultades implica describir y comprender una empresa colectiva diversa, conflictiva e, incluso (¿podría ser de otra forma?), contradictoria. Las relaciones con el pasado que son imperiosas e inquietantes a la vez, nos permiten asumir que aquello que llamamos ‘identidad’  no puede ser considerado una certeza sino un interrogante.»

Por ello se me ocurre que a la historia escrita por los profesionales de la historia, es tiempo que se agreguen las historias de los protagonistas, aquellas que permanecen sólo en la memoria de quienes las vivieron y, como en la conmemoración presente, las sufrieron. Las historias de quienes tuvieron que ver mutilados sus proyectos y con ellos el de las instituciones a las que tanto trataron de aportar. Pienso que es hora de construir un gran friso en el que se reflejen y hagan sociales los pensamientos y anécdotas vividas por cada uno.

Por eso es que presento este escrito, como invitación a que este aporte individual deje de serlo, para convertirse en una empresa colectiva, que enmarcada en la gesta de los 400 años de esta institución les pueda aportar nuevos sentidos y en la que todos aquellos que tengan algo que aportar lo puedan hacer, para ir llenando muchos de los silencios que todavía existen.

La legislación que justificó la intervención a las Universidades

El 14 de marzo de 1974 se dictó en el Congreso Argentino la Ley Nº 20.654, constituida por 63 artículos, llamada de la “normalización universitaria”, que se publicó y promulgó el 26 de marzo del mismo año. Dicha ley fue el instrumento legal que se aplicó durante la denominada “Misión Ivanisevich”.-

Por el Artículo 57 de esta ley, el Poder Ejecutivo designaba a los Rectores de todas las Universidades. Éstos y los Decanos o Directores de las unidades académicas tendrían funciones “normalizadoras”,  entendiendo por tales las propias de cada uno de ellos más las de los Consejos Superiores en el primer caso y las de los Consejos Directivos en el segundo. La normalización duraría un año, prorrogable a otro no mayor de 180 días,  “según las circunstancias que lo hicieran necesario”.

Establecía el Artículo 58: “Todos los cargos docentes designados por concurso o interinamente son declarados en comisión y serán abiertos a concursos según esta ley; quedan anulados todos los concursos en trámite”.

Fue en base a esta misma ley, que se designó como  Rector Interventor de la UNC al Dr. (médico) Mario Víctor Menso y fue este interventor quien dictó la Resolución de la  Intervención Nº 155, de fecha 07-02-75 por la cual la Escuela de Artes, hasta ese momento dependencia directa del H. C. Superior, pasó a depender de la Facultad de Filosofía y Humanidades,  en la cual se designó como Decano al Prof. en Historia, Carmelo Felauto.

Aplicación de la ley en la Escuela de Artes

En base a esta Resolución arbitraria, donde un Rector Interventor estaba autorizado a desarrollar las funciones de un Consejo Superior, según lo explicitaba la Ley 20654 en su Art. 57, comenzó un período de incalculables daños a la Escuela de Artes, que a la fecha contaba con una administración ejemplar y que era una institución que dependía directamente del H. Consejo Superior.

Estas afrentas a la vida y organización universitaria fueron cumplidas con un ánimo depurativo por el Decano Interventor Carmelo Felauto -quien como el mismo decía a quien lo quisiera oír- que hacía años que “a lo único que se dedicaba era a vender chorizos”, personaje que ahora quedaba consagrado como decano.

En esa etapa, los primeros Directores Interventores en la Escuela de Artes fueron el escultor Horacio Suárez (desde el 22/2/75 al 20/5/75) e inmediatamente después el Prof. Héctor Bianchi Domínguez (desde el 17/6/75 al 23/12/75). Suárez apenas duró 3 meses en el cargo de director y renunció, según sus propias manifestaciones: «para no convalidar las absurdas medidas dispuestas por sus superiores». La primera de ellas, por orden de Carmelo Felauto, fue solicitar “sólo como una formalidad”, los textos de las renuncias de  los Asistentes de Dirección de los Departamentos (Jefes de Departamentos en la actualidad): Juan Oliva en el de Cine, Virgilio Tosco en el de Música, Cristina Durando en el de Plástica y Maria del Carmen Blunno en el de Teatro. Igualmente se le solicitó la renuncia al Secretario Académico, Mario Perini, compositor musical -quien ya había sido cesanteado en 1955 por componer la Cantata “Eva Perón” y que había sido reincorporado durante la gestión del Rector Luperi (1973-1974)-. Para sorpresa de Suárez, las renuncias fueron aceptadas al día siguiente, a lo que siguieron las designaciones de los nuevos funcionarios. La desintegración estaba así en marcha.

El segundo director de Artes, Héctor Bianchi Domínguez, animado sin dudas por un perverso sentido revanchista, fue quien encabezó la destrucción del complejo de educación, extensión e investigación en el que la Escuela de Artes se había convertido por entonces. Sus decisiones fueron refrendadas por el Secretario Académico designado por Felauto: el abogado Jorge Nasser. Este sujeto, hacía valer como antecedente para su designación su parentesco con el cura Nasser, integrante de los curas de Cristo Obrero, compañero del cura Vaudagna y de otros, a quienes seguramente no tenía él como sus referentes ideológicos.

No está demás recordar que fue este  individuo,  echado luego junto con  Bianchi, quien posteriormente solicitó su reincorporación a las autoridades de la UNC ya en la etapa democrática, alegando haber sido cesanteado por la intervención militar del 76. Ésta le fue otorgada por resolución 308/85. Como sin duda debía ser conciente que por  su pasado represor no podría integrarse a la Escuela de Artes, que estaba en ese momento en etapa de reconstitución, solicitó su pase a otras dependencias,  obteniéndolo para la Facultad de Derecho.

Volviendo a esos años negros, podemos hacer memoria y justicia con los documentos que obran en los archivos y que testimonian la ejecución de un plan de destrucción. Vale mencionar, para reconocer la magnitud del daño iniciado por Carmelo Felauto, Decano, y su temible Secretario, Ángel Gabriel Pautasso, que lo sobrevivió en funciones continuando con la intervención militar y tristemente conocido, entre otras cosas, como delator de compañeros de la facultad.

 Los daños visibles

Los personajes que estaban entonces en el gobierno de la Escuela, no se quedaron inactivos y las consecuencias de esto fueron, entre otros, los siguientes:

– Cese de actividades del Coro Universitario (organismo con 50 becarios alumnos universitarios integrado anualmente por concursos de voces);

– Cese de actividades del Teatro Estable de la Universidad (organismo integrado por concurso con docentes, alumnos y actores independientes becados con una retribución mensual);

– Cese de actividades del Cuarteto de Cuerdas y Piano constituido como carga anexa de los docentes titulares de los instrumentos: piano, violín, viola y violoncello.

– Cese de actividades de la Orquesta de Cámara de la Escuela constituida, como el coro, con once integrantes instrumentistas alumnos becados dirigidos por el profesor titular de la materia Dirección Orquestal o Directores de renombre invitados como Sigfrido Prager, Olguer Bistevincs, Simón Blech y otros directores de la Orquesta Sinfónica de Córdoba.

– Cese de actividades del Archivo Pedagógico del Departamento de Plástica, constituido por obras seleccionadas de sus egresados de pintura, escultura y dibujo. Este patrimonio fue repartido como intercambio de favores a funcionarios y militares varios.

– Cese de actividades de investigación del laboratorio color y sensitometría a cargo del Prof. Adelqui Camusso; películas documentales interrumpidas del Centro de Producción: como «Hospital de Niños» segunda parte a cargo de Juan Oliva;  «Arquitectura del siglo XIX en Córdoba» a cargo de la Arq. Elsa Tania Bonona Larrauri.

– Modificación de los planes de estudio, eliminando el “Área social”, materias que eran comunes al primer año de los cuatro departamentos y que había significado una rica experiencia pedagógica.

– Interrupción de la aplicación del Método Suzuki de enseñanza de instrumentos para niños de corta edad. Éste estaba a cargo de la Cátedra de Violín de la Profesora Dolores Oliva Soaje Bergman, esposa del reconocido psiquiatra Gregorio Bergman y militante comunista.

– Cierre no explicitado en medida resolutiva  alguna del Departamento de  Teatro. De éste, entre 1974 y 1975 se utilizaron sus cargos docentes para designar funcionarios, que avanzaron en el saqueo de sus bienes: consolas, artefactos de iluminación, grabadores, y otros elementos de su patrimonio.

– Cierre no explicitado en medida resolutiva  alguna del Departamento de  Cine. Entre 1974 y 1975 se utilizaron sus cargos docentes para designar funcionarios que pretendieron transformarlo en “Cine Científico” y avanzaron en el saqueo de sus bienes: cámaras de cine y fotográficas, moviola Prevost, artefactos de iluminación, grabadores, y otros elementos de su patrimonio. Además, desaparecieron gran parte de la producción fílmica del Departamento.

-Desarticulación de los espacios creativos de o vinculados a la Escuela: Cine Club Universitario, Jornadas y Centro de Música Experimental, Grupos de Canto Popular, Libre Teatro Libre, Festivales Nacionales e Internacionales de Teatro, Festivales de Coros, participación en Festivales de Cine, y otros por la circulación de listas negras y artistas amenazados;

-Terminación de las visitas con aires renovadores: Jerzy Grotowsky, Fernando Arrabal, Lautaro Murúa, Manuel Antin, Jesús Soto, Aldo Pellegrini, Jean Vilar, María Fux, John Cage, Umberto Eco, Nacha Guevara, Herbert Read, Umbro Apollonio, Romero Brest, Marta Traba, Alberto Rex González, Ana Montes, Jorge Preloran, Raymundo Gleyzer y tantos otros que proyectaron nuevas posturas y animaron profundos debates que nos cultivaron y a veces nos enfrentaron sobre la cultura y el arte.

 NUEVOS FUNCIONARIOS, NUEVAS MEDIDAS, NUEVOS LENGUAJES

Desde sus primeras medidas puede advertirse la calidad de los funcionarios que se prestaban para responder al plan de la Misión Ivanisevich con la ley de intervención a las Universidades.

El rector interventor M.V. Menso “fortalece a la familia». Este funesto personaje de la derecha peronista, no tiene descanso en su labor, en enero ya está trabajando y se desvive por fortalecer los lazos familiares, se observa esto cuando firma la Resolución «I» (I significa Interventor) de fecha 31 de enero del 75: que establece:

“Disponer que las facultades, Escuelas e Institutos requieran, al proceder a la inscripción de sus alumnos, que estos consignen el nombre de padres y/o tutores y su domicilio, datos que serán comprobados por nota certificada con aviso de retorno. En junio y julio las secretarias de dichas facultades cursaran notas a los señores padres o tutores indicando las materias aprobadas y su posición en el plan de estudios”

El Interventor Menso afianza la “extensión universitaria”. Así, las nuevas autoridades, suscriben convenios con autoridades policiales y de los servicios de informaciones varios para facilitar el cometido de la Ordenanza N° 6/75 del 13 de febrero del 1975 en la que se expresa que: “para la inscripción se requerirá: certificado de domicilio, certificado de buena conducta y antecedentes personales, certificado de estudios secundarios completos no aceptándose fotocopias ni duplicados” Observamos aquí el culto a la originalidad. (De los certificados)

La mayor parte de las resoluciones rectorales, de los decanos, y resoluciones internas de los directores, se inician por lo general con la siguiente leyenda: «Visto la imperiosa necesidad de adecuar la actividad académica  en función de los objetivos de la docencia estricta y de la auténtica investigación…el Decano Interventor Resuelve…».

“Docencia estricta y auténtica investigación”, cuántas lecturas ofrecen ambos términos, de todas maneras son dos enunciados cuya capacidad de síntesis sirve para definir con el mayor rigor las bases de sustentación exigidas para unas universidades que debían ser calladas y obedientes. Estas leyendas de inicio sirven para fundamentar groseramente: la cesación de servicios de docentes, los cambios de planes de estudios, la cancelación de materias culturales, el cierre de espacios, la cancelación de investigaciones, las prohibiciones de textos, de los centros de estudiantes, de los comedores estudiantiles y de tantos otros desatinos.

Docentes de Artes cesanteados por no renovación de sus designaciones interinas

Una parte importante en la destrucción del complejo educativo de Artes fue la cesación de los docentes que se desempeñaban en forma interina con renovaciones anuales. Por ese motivo, no fueron considerados por las Comisiones de Reincorporación de la UNC y no figuraron en las planillas de reincorporaciones de la Resolución del Decano Normalizador Carlos Segreti, N° 380/85.

Es de hacer notar que para la época, las Escuelas e Institutos como Artes, Trabajo Social, y Ciencias de la Información eran dependencias que habían crecido significativamente y que no disponían de partidas presupuestarias suficientes como para realizar los concursos de cátedras.

El listado que sigue comprende a aquellos profesores  interinos que prestaban servicios efectivos según Resolución de Rector Dr. Francisco Luperi de fecha 25 de marzo de 1974 y que fueron dados de baja solo por sospechas o delaciones. Algunos no fueron reincorporados porque estaban exiliados o atemorizados. Otros no se interesaron en volver. De todas maneras este plantel es una muestra del daño producido en la continuidad de una experiencia y de la interrupción de un proceso que desarticuló a todas las universidades.

Breve recorrido por algunas medidas que de no estar escritas serían difíciles de creer

Ordenanza Nº 28/75 fecha 5 de mayo del 75. Rector Interventor Mario V.Menso.  El rector se preocupa por el idioma:

«Visto la imperiosa necesidad de adecuar la actividad académica  en función de los objetivos de la docencia estricta y de la auténtica investigación… Artículo 1°- Implementar en todas las unidades académicas de la UNC el Programa de la materia IDIOMA NACIONAL.

Artículo 2°- Son sus objetivos: Lograr el dominio de la lengua materna; Enriquecer el acervo cultural Conocer el origen de la lengua materna; Estimular la capacidad creadora y valorar la belleza; Valorar la lengua como raíz espiritual e instrumento de unidad de los pueblos hispanoamericanos; Defender la unidad de la lengua española respetando modalidades regionales.

Artículo 3°- Figuran las unidades y la cantidad de clases.

Artículo 4°- Se remite la bibliografía del Ministerio de Educación.-

Firmado Rector Interventor Mario V. Menso».-

Resolución Decano Interventor C.Felauto N° 414/75 fecha 1-7-75

El decano se preocupa por mostrar obsecuencia. El general ha muerto, ¡viva el general!

«Visto la imperiosa necesidad de adecuar la actividad académica  en función de los objetivos de la docencia estricta y de la auténtica investigación…El Decano Interventor Resuelve:

Artículo 1°- Disponer la inclusión de una unidad didáctica que versará sobre el pensamiento filosófico del T.Gral J.D.Perón en las siguientes asignaturas que integran los planes de estudios vigentes en las Escuelas de esta Facultad. En la Escuela de Filosofía: en las cátedras: Introducción a la filosofía; Antropología Filosófica; Ética; etc. En la Escuela de Letras: Cátedra de Literatura argentina I y II; en la Escuela de Historia: en Historia de la Cultura II y Antropología Cultural; en la Escuela de Psicología en la Cátedra de Psicología general (Los caracteres del conductor encarnados en la persona del Tte. Gral. Juan Domingo Perón); en la Escuela  de Ciencias  de la Educación: en las Cátedras: Pedagogía; Política Educacional y Dinámica de Grupos; en la Escuela de Artes: en la Cátedra: Historia de la Cultura y el Arte (El pensamiento de Juan Domingo Perón en la problemática del arte).

Artículo 2°- Los Directores de las respectivas Escuelas, arbitrarán los medios para el cumplimiento de lo dispuesto”

Firmado: Carmelo Felauto Decano Interventor y Secretario de Supervisión Administrativa Angel Gabriel Pautaso

Resolución Interna Director Escuela de Artes: Héctor Bianchi Dominguez Nº 54/75.- fecha: 16-9-75

Ejercicio de la obsecuencia en jerarquía menor.

“El Director Resuelve: Artículo 1°- Asumir Personalmente la obligación del dictado del curso para el 2do cuatrimestre de la unidad académica: La posición cultural del Tte Gral J.D.Perón en la problemática del arte”.

Artículo 2°- Comuníquese.

Firmado Director H. Bianchi Domínguez

Nota del Secretario de Supervisión Administrativa Lic. en Historia Angel Gabriel Pautasso al Director de la Escuela de Artes:

Cuidado por los horarios. «Todos los individuos son buenos pero si se los controla, mejor.» J. D. Perón

“Sr. Director se le solicita remita los horarios que cumple el Secretario Académico de la Escuela de Artes y los Asistentes de Dirección de los distintos Departamentos de la Escuela. Asimismo deberá informar en que forma se realiza la inspección del horario de trabajo del personal docente. Deberá elevarse este informe antes de las 18 hs. del día de la fecha” Firmado Secretario de Supervisión Administrativa FFyH.UNC  Angel G. Pautasso.

Textos de otras resoluciones para el asombro  por la capacidad simplificadora del pensamiento

Pueden señalarse aquí la cantidad de resoluciones que cambian planes de estudios, eliminan materias y disponen prohibiciones a todo ejercicio de la democracia universitaria tales como:

-Resolución Interna N° 74/75 Director Escuela de Artes y Abogado Jorge Nasser, Secretario Académico.

Textual: “…dado que por razones presupuestarias no se han provisto los cargos necesarios para las materias: «Introducción cultural a la historia del arte»; «El arte en la historia»; «Problemática general del arte»; «Medios de comunicación social» y «Arte argentino», materias del Área Social todas comunes a los 4 Departamentos de la Escuela, se suspende la obligación de la aprobación de tales materias por los alumnos por lo que se les exime de su cursado».- Firmado:  Héctor Bianchi Domínguez, Director Escuela de Artes y Abogado Jorge Nasser, Secretario Académico.

-Resolución Interna N° 82/75 Director Escuela de Artes y Abogado Jorge Nasser, Secretario Académico.

Se suprimen las materias: «Historia del teatro I- II y III» ; y además «Teatro de la lengua» del Departamento de Teatro.

-Resolución Interna Nº 99/75. Director Escuela de Artes y Abogado Jorge Nasser, Secretario Académico.

“Disponer, de acuerdo a los cambios introducidos por el Asistente de Dirección del Dto. de Música las siguientes medidas aplicables a partir del año 1975 en curso, modificatorias de los planes de estudios vigentes”. Figuran a continuación 13 artículos eliminando y agregando materias.

-Resolución Interna N°101/75 fecha 11 de diciembre 1975. “Autorizar la aplicación a partir del año lectivo 1975 en curso, del criterio sustentado por el Sr. Asistente de Dirección del Departamento de Teatro: Alcides Orozco, en el sentido de eliminar de la carrera de Interpretación Teatral, las materias: Técnica del Teatro y Visión I de 1er año dado que sus contenidos no son pertinentes a la formación dramática del actor”. Igualmente eliminar «Práctica Coral I y II»; «Practica escénica I» y «Expresión corporal y Rítmica» que no hacen a la formación del técnico teatral”.

-Resolución Interna Nº102/75 fecha 11 de diciembre de 1975: “Prohibir a los alumnos regulares de teatro su participación en espectáculos de carácter público ya sean teatrales o similares no organizados por esta casa de estudios. Salvo si ello es medio de vida regular para el alumno en cuyo caso deberá solicitar autorización fundada para ser considerada por el Asistente de Dirección y autoridades.

La delación como herramienta didáctica

Despedido el Prof. Héctor Bianchi Dominguez el 22/12/75 pasó ejercer la Dirección el compositor musical, César Mario Franchisena, quien ejerció  la dirección interina desde el 16-06-76 hasta el 03-08-76. Como Decano continuaba Carmelo Felauto, a quien le siguió el Dr. Arturo García Astrada. Luego, ya con el golpe militar, fue reemplazado por el Decano Delegado Militar,  Mayor Ricardo Romero. Por su parte, el rectorado pasó a estar en manos del Delegado Militar de Aeronáutica, Comodoro Pierrestegui.

En esa etapa, ocupó entonces el cargo de Directora de la Escuela de Artes la Prof. Selva Gallegos, quien actuó brevemente: desde el 04-08-76 al 01-12-76. Gallegos fue designada por la intervención militar siendo entonces Delegado Militar (Decano) de la Facultad de Filosofía y Humanidades,  el Mayor Ricardo Romero. Fue ella quien ejerció el rol ideológico dispuesto por la intervención militar (Nota Nº 713/76 del Delegado Militar en la Facultad de Filosofía y Humanidades UNC) mediante el dictado de medidas  como la Resolución Interna de fecha 27-10-76, que forzaba a la delación entre los propios docentes de la Escuela, así como la depuración de bibliografía y contenidos de todas las cátedras. Merece especial atención el texto de dicha Resolución Interna que decía:

Resolución Interna s/n de fecha 27-10-76

“Artículo 1º. Designar a los señores profesores Eduardo Moisset de Espanes, Héctor Bianchi, Raúl Pecker, Jorge Carballo, Virgilio Tosco, Eleazar Garzón, Oscar Bazan, y Cesar Franchisena para integrar la Comisión que deberá abocarse al estudio de los contenidos de los programas de las asignaturas de la Escuela de Artes desde 1966 hasta la fecha, analizando los contenidos ideológicos de los mismos, que podrá estar dado por el tema de las unidades o por el autor, especificando asimismo si ha habido inclusión de temas o autores que podrían haber sido omitidos”.

Artículo 2º Designa como coordinadores al Prof. Eduardo Moisset de Espanes por el Dto. de Plástica y a Cesar Franchisena por el Dto. de Música.

Artículo 3º El  informe de dicha Comisión debe elevarse hasta el 4 de noviembre de 1976 a las 12 hs.»

Firmado Directora Escuela de Artes, Prof. Selva Gallegos.

Un ataque de terror, julio de 1975

Durante la gestión del Director Bianchi Domínguez, una tarde de julio de 1975 éste se comunicó telefónicamente desde el Decanato, en el Pabellón Residencial, con el Despacho de Alumnos de la Escuela de Artes ordenando: «que la Escuela debe cerrarse y el personal se debe retirar porque podían esperarse posibles tomas de locales». La comunicación fue recibida por el Jefe del Despacho, Manuel Pesara, quien la trasmitió a quienes en ese momento estábamos trabajando allí, otros auxiliares del despacho: Mirtha Polnoroff, Graciela Ratti, Jorge Pognant y el que suscribe Oscar Moreschi que era el secretario.

Dado que en ese momento estábamos elaborando en un tablero de dibujo, con escuadras y reglas T, un complejo cuadro en el que cargábamos todos los alumnos, cada uno con sus materias correlativas cursadas, decidimos en común no dar crédito a la advertencia. Para la época eran muy comunes los cierres imprevistos de toda la ciudad universitaria, dispuestos ante cualquier dato preocupante para las autoridades: una asamblea en IKA, una asamblea estudiantil en el comedor, una marcha de protesta.

Todos estábamos colaborando en la confección del cuadro, cada uno dictando datos de los alumnos de los cuatro Departamentos, por lo que se exigía mucho cuidado en el dictado de los datos y mucha prolijidad en la escritura con fibra. Por ello procedimos a avisar a los ordenanzas que  cerraran el Pabellón México donde nos encontrábamos, quedándonos solo los mencionados, instalados en el amplio despacho (tal como está actualmente) en la planta baja, cara al sur, con tres sólidas ventanas y una puerta al exterior. La tarde tranquila se prestaba para el trabajo y ahora sin atención a público podíamos aprovechar para hacer una obra de consulta que nos era muy útil. Recordemos que la informática no existía por entonces,  y el sistema Guaraní menos.Desde afuera venían algunas voces y ruidos de circulación de autos, cosa casi normal, ya que el Pabellón Verde no existía como es ahora y todo ese sector era casi un gran descampado.

Jorge Pognant terminó su labor, se despidió y salió por la puerta al  exterior. Al ratito le siguieron  Mirtha y Graciela. Yo estaba en un extremo del salón por usar el teléfono y Manuel estaba en la otra punta, sentado en un banco alto e inclinado sobre el tablero. De repente escuché unas exclamaciones y gritos que venían de afuera y cuando miro la puerta veo que ésta se abre violentamente  y Jorge Pognant, que había salido, entró trastabillando al salón, con los brazos en alto, con las manos tomadas arriba  de la cabeza y el caño de un fusil Fal que lo empujaba por la espalda, mientras quien portaba el arma lo pateaba para que entrara más rápido. El individuo, vestido de civil,  le ordenó  a Jorge ponerse manos arriba contra un muro interior y al advertir la presencia de Manuel en el otro extremo, le apuntó, gritándole: “¡manos arriba, contra la pared!” Como el sujeto no había advertido mi presencia a sus espaldas, yo entendí necesario darme a conocer, por lo que con tono de asombro exclamé: “¡macho!  ¿…qué pasa? ¡estamos laburando!» el tipo se dio vuelta enérgicamente y se me vino con el Fal, me lo puso en la panza, diciendo algo así como ofendido “¡que es eso de macho, qué macho!” Me  identifiqué entonces diciendo que era el Secretario, y en ese momento entraron otros dos sujetos con ametralladoras gritando: “¡Documentos, a ver los documentos!». Con las precauciones del caso Manuel dijo: «Manuel Pesara», a lo que uno de los sujetos le gritó: “¡Más fuerte, diga más fuerte, que se escuche!» Manuel gritó «Manuel Pesara» y lo mismo ocurrió con Jorge y conmigo.

Era claro el operativo tenía cierta inteligencia, ya que a Mirtha y a  Graciela, que  habían sido tomadas afuera, les habían preguntado quiénes estaban dentro. Con esa medida lo que hacían era confirmar los nombres de todos los afectados y confirmar la veracidad de los datos que les habíamos dado. Siempre amenazados y luego de algunas exclamaciones y empujones hicieron entrar a las mujeres y nos ordenaron: «ustedes se quedan acá, cierran la puerta y se quedan quietos, que volveremos….». Obedecimos la orden, cerramos la puerta con llave por dentro mientras escuchábamos gritos y órdenes afuera y autos que precipitadamente frenaban y arrancaban con aceleraciones estruendosas.

Nuestra curiosidad hizo que subidos a las sillas del despacho y con muchas precauciones,  observáramos por las ventanas a cuatro o cinco autos un  Torino, dos o tres Falcon y un Fiat 128 Iava rojo, todos mostrando caños de armas largas que sobresalían por las ventanillas. Al comenzar a desplazarse, realizaron disparos de sus armas al aire con fines intimidatorios. De inmediato los autos se dirigieron hacia el Pabellón Argentina, y de paso hicieron tirar a suelo a estudiantes sorprendidos, que circulaban por el lugar hacia las paradas de colectivos. Luego de varias vueltas el Torino y el Fiat volvieron,  ahora disparando hacia las ventanas de nuestro pabellón. Sorprendidos por el cariz que tomaban los acontecimientos tuvimos que tirarnos al suelo y protegernos debajo de los escritorios, por el temor de que si acertaban a las ventanas hubiera rebotes de proyectiles. Luego del estrépito y la pasada de los autos, que no se detuvieron, todo quedó en un gran  silencio.

Desde el suelo traté de comunicarme por teléfono con el Residencial, donde creíamos que habría autoridades para contarles el suceso que estábamos viviendo y que nos podrían auxiliar. No obtuvimos ninguna respuesta, y nos convencimos de que habíamos quedado aislados. Entre sollozos de algunos, comenzamos a deliberar sobre qué hacer ya que de quedarnos allí llegaría la noche y podía peor que nos encontraran en el lugar.

Con la llegada de la noche escuchamos ruidos en las habitaciones de al lado, ya que nuestro Despacho estaba pegado a la casa del mayordomo, Don Agapito Córdoba. Justamente en ese momento llegaba Don Córdoba a quien consultamos sobre lo que podía haber observado en su llegada. Nos contó que él venía de su otro trabajo, que no había ómnibus y que todo estaba a oscuras, que no se veía absolutamente nada en el sector ya que él había cruzado a pie la Ciudad Universitaria. Allí  decidimos irnos y en ese preciso momento llegó, en su Renoleta  el marido de Graciela, que venía a buscarla. Con el apuro del caso le advertimos de la situación y nos subimos todos apretados al vehículo y salimos con precauciones, de una Ciudad Universitaria desierta y en total oscuridad.

Al día siguiente por las noticias, pudimos enterarnos de que en esas horas había existido un “operativo antisubversivo” en uno de los puentes del río de la ciudad y en él habían ultimado a varios jóvenes que según las noticias, “habían pretendido escapar”. No había dudas que los sucesos de la Ciudad Universitaria habían servido como un distractivo para crear alarma en la población, mientras paralelamente se ejecutaban acciones mas graves en otros puntos de la ciudad, donde los tiroteos  eran frecuentes.

Por largo tiempo, en la fachada de la cara sur del Pabellón México, a los costados de la puerta y ventanas, varias perforaciones de balas de grueso calibre quedaron como testimonio de ese suceso.

Nuestras autoridades del momento se manifestaron muy sorprendidas por nuestro relato. Nos preguntamos ¿por qué fue justamente la Escuela de Artes la víctima elegida para el operativo? ¿Que sentido tenía que nuestro director nos advirtiera desde el Residencial, donde ejercía su poder el Secretario de Supervisión Administrativa, Angel Gabriel Pautasso,  que debíamos cerrar e irnos? ¿Conocerían ellos la maniobra? No hay dudas que sí lo sabían.  Ya transcurrido cierto tiempo, pensamos que no era casualidad, ya que el funcionario que venía al Pabellón México a sacar datos de las fichas de alumnos para “descubrir subversivos” como hacía Pautasso debía sin dudas estar al tanto de estas planificaciones de terror. Más todavía, si ese funcionario sobrevivió al decanato de Carmelo Felauto y siguió en funciones durante los años de la intervención militar. Y todavía tuvimos que cruzarnos alguna vez con este personaje en los pasillos del Pabellón España, cuando fuimos reincorporados.

Medidas insólitas en la vuelta a la democracia

Con el retorno de la democracia, el Profesor de Historia, Carlos Salvador Angel Segreti –quien había sido cesanteado en 1976- fue designado como Decano Normalizador en la Facultad de Filosofía.

Su política  fue de resistencia a la reapertura de los Departamentos. En su Resolución N° 308/85, en la parte correspondiente a cada uno de los docentes de Cine y Teatro de la Escuela de Artes, decía textualmente que los reincorporados estaban: «Dispensados de cumplir funciones por cuanto no existen los Departamentos de Cine y Teatro». Es decir, que los docentes no eran designados para reabrir esos Departamentos, que no habían sido cerrados por Resolución alguna, sino que debían volver a la unc sin cumplir obligaciones.

Frente a esto fueron los propios docentes quienes se autoconvocaron para reabrir las actividades de Cine y Teatro, lo  que recién se pudo oficializar en la siguiente gestión, la del Lic. Gerardo Mansur, designado por el H. C. Superior como Delegado del HCS  Normalizador de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Fue en ese período, con ese funcionario, designado a propuesta de las asambleas de todos los claustros de la Facultad, que con un nuevo Consejo Normalizador constituido por representantes de estudiantes, egresados, no docentes y los Directores de todas las Escuelas de la Facultad, que  se dictaron las medidas pertinentes para la reapertura de esos Departamentos.

A modo de cierre

Creemos que a esta breve síntesis, en la que sólo quedan señalados algunos hechos, anécdotas, resoluciones, disposiciones, cesantías, habrá que agregarle muchos otros relatos para mostrar en toda su dimensión la tragedia experimentada.

Sería oportuno configurar la verdadera historia con las vivencias, experiencias y memorias de todos los que algo tuvimos que ver con esta etapa, agregar nuevos aportes para enriquecer la mirada.

Cada uno guarda en su memoria un suceso, una anécdota. Pueden ser aterradores o desopilantes. Cómicos o macabros. Alguien debe haber presenciado «una clase» del Sr. Felauto sobre el pensamiento de Perón, puede haber tenido una entrevista inquietante con Pautaso, haber presenciado alguna injusticia, alguna discriminación. ¿Por qué no sacarlos y exponerlos en este friso de la memoria?

Es para esto que los convocamos, para que sumen sus memorias y vivencias, y que podamos así colaborar para que las nuevas generaciones  valoren lo que tienen, conozcan mejor sus orígenes y sumen sus esfuerzos para que hechos como los que tuvimos que vivir como generación, nunca más se repitan en nuestro país y en nuestras instituciones.

 

                                                           Córdoba, septiembre de 2014

 

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